Leyenda de las cien doncellas

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Para mantener la paz entre el reino de Asturias y el de Córdoba, el rey Mauregato firmó el conocido tributo de las cien doncellas por el que se comprometía él y sus sucesores a la entrega cada año de cien doncellas cristianas: cincuenta pertenecientes a familias nobles y cincuenta del pueblo. Muchos nobles se opusieron a este pago y surgieron muchos leyendas sobre la liberación de varias doncellas. Familias, como los Miranda, tienen armas en su escudo que recuerdan este episodio. El tributo de las cien doncellas fue suspendido en tiempos de Ramiro I.

No hay en las crónicas ninguna referencia a este suceso. La primera mención del mismo, aparece en el Privilegio de Ramiro (votos de Santiago). De este documento se conserva una copia del siglo XII, aunque el supuesto original estaría fechado en 25 de mayo de 844.

Fuerunt in anticuis temporibus, circa destruccionem Hispaniae a sarracenis factam rege Ruderico dominante, quidam nostri antecessores pigri, negligentes, desides et inertes Christianorum principes, quorum utique vita nulli fidelium extat imitanda. Hi, quod relatione non est dignum, ne sarracenorum infestationibus inquietarentur constituerunt eis nefandos redittus de se annuatim persolvendos, centum videlicet puellas excelentissime pulchritudinis, quincuaginta de nobilibus hispaniae, quinquaginta vero de plebe. (Privilegio del rey Ramiro)

La leyenda no llega a las crónicas de los historiadores cristianos hasta el siglo XII. Según Lucas de Tuy, el tributo se impuso en el reinado de Aurelio, y Mauregato lo mantuvo para tener como aliados a los árabes. Para Jiménez de Rada sin embargo, toda la responsabilidad de acordar este tributo es de Mauregato. Berceo menciona el suceso, diciendo que es Abd al Rahm quien recibe el tributo y por tanto haciendolo coincidir con el reinado de Mauregato. En mitad del siglo XIII la leyenda reaparece en el poema de Fernán González, aunque aquí el moro perceptor es Almanzor. En las dos últimas versiones el número de cien doncellas varía, siendo para Berceo sesenta las doncellas y 300 para el poema de Fernán González.

La leyenda resurge en el siglo XVI, aunque es esta versión el rey "negligente" sería Ramiro, pero Ramiro II. En esta versión son solo siete las doncellas que hay que entregar al moro alcalde de Simancas para satisfacer su lujuria. Las siete doncellas, en este caso, para impedir ser sometidas se cortan las manos y los rostros a fin de que el moro las rechace.

En las fuentes musulmanas, no se relata la leyenda, y la única referencia a Mauregato, hecha por Ibn al Athir sólo refleja la destronación violenta de Alfonso por Mauregato.

Otra versión, completamente teatralizada ya, es la que ofrece Lope de Vega en su obra Las famosas Asturianas, donde el rey que acepta pagar el tributo es Alfonso II. Esta versión de la leyenda, ofrece un final feliz, ya que las doncellas, al ver que son entregadas como ganado y nadie las defiende, se desnudan ante los cristianos y se vuelven a vestir ante los moros, acusando a sus acompañantes de ser "débiles y mujeres como ellas". Ante esta provocación, los soldados cristianos reaccionan y liberan a las damas de su destino y al rey, de pagar más el tributo.

Bibliografía