Colegio de Santa Catalina de Alejandría

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Entrada al Colegio de Recoletas. (Fotografía, gentileza de José Antonio Cabo)

También llamado Colegio de Huérfanas Recoletas de Oviedo.

El fundador de la Universidad de Oviedo, Fernando Valdés Salas, dispuso en su testamento (1558) que hubiese en la ciudad una casa para “doncellas virtuosas” y nombró como su Patrono al Rector y Claustro de la Universidad. Fue durante mucho tiempo la única escuela de mujeres de Oviedo.

Valdés Salas disponía que las doncellas, bajo la custodia de dos o tres matronas, aprendiesen enseñanza práctica (bordar, coser e hilar) y doctrina religiosa. Sin embargo, la organización del colegio tardó varios años en establecerse, apareciendo sus primeras constituciones o estatutos en 1676. En ellas se disponía que una Maestra, más adelante también denominada Rectora, se ocupase de la dirección y administración del Colegio además de la enseñanza y disciplina de las huérfanas. El cupo de admisión de éstas era de 4 alumnas pobres, hijas de vecinos de la diócesis de Oviedo, y otras 4 pensionistas cuya vida en el colegio iría desde los 7 u 11 años de edad hasta los 20 durante los que vestirían con “vaqueros de estameña parda” y toca blanca. Entre el personal del Colegio también había una criada, un eclesiástico que se ocupaba de los libros, un médico y un portero.

Juan del Rivero levantó el edificio con jardín interior. Éste todavía hoy se conserva además de la fachada principal, realizada en sillares de arenisca, que da a la Calle San Francisco. Tiene una gran puerta de arco de entrada, sobre la que se colocó un pequeño escudo con las armas de la Universidad, y consta de dos plantas rematadas por un frontón dórico.

Originariamente, la construcción contaba también con una botica y estaba anexionada a una antigua capilla, dedicada a San Sebastián, sobre la que se levantó el piso superior del Colegio. Como recoge F. Canella, el Ayuntamiento dio una ventana con verja al a la institución para que sus alumnas y maestras pudieran asistir a los oficios desde el edificio. Frente a esta ventana el Rector de la Universidad mandó construir un altar y retablo. De esta capilla de San Sebastián actualmente sólo se conservan unos pocos vestigios puesto que, por falta de dinero, no se volvió a rehacer tras su destrucción durante la revolución de 1934. Ya antes, a principios del siglo XX, estaba cerrada al culto.

A fines del siglo XVIII el Colegio estuvo a punto de cerrarse pero gracias al interés y dotaciones de la Universidad y sus Rectores, de la Junta General del Principado y de otros particulares como Doña Jacoba de Valdés e Inclán, Marquesa de Camposagrado, la institución permaneció abierta hasta mediados del siglo XX.

Es utilizado como sede del Rectorado de la Universidad de Oviedo.


Bibliografía