San Pelayo

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San Pelayo Mártir, 911-925.

Cristiano martirizado durante el califato de Abderramán III, canonizado por ser un modelo de castidad juvenil. Nació en Albeos, Pontevedra, y falleció martirizado en Córdoba.

Tras la batalla de Valdejunquera en el año 920, muchos cristianos del Reino de León fueron llevados prisioneros a Córdoba, entre los que estaban el propio Pelayo y su tío Hermigio, obispo de Tuy. Este último fue liberado para después pagar el rescate por su sobrino Pelayo, que se encontraba como rehén. Mientras esto sucedía, se dice que realizó tal proselitismo de Cristo que el califa hubo de encerrarle. A causa de negarse a contactos sexuales con el califa y tras pedírsele la apostasía del cristianismo, a lo que se niega, fue martirizado tras pasar cuatro años en la cárcel, el 26 de junio de 925. Su martirio es descrito de manera truculenta: según las crónicas, fue desmembrado mediante tenazas de hierro.

Tras su martirio, pasó a recibir culto poco después. En el año 994 sus restos llegaron a Oviedo, donde se incluyó bajo su advocación un monasterio, y a partir del siglo XI su culto se había generalizado por la Península Ibérica.

Según consta en un pergamino custodiado en el Archivo del Monasterio de San Pelayo, fechado el 7 de noviembre de 1053 y firmado en Oviedo, (Legajo A, núm.3 del Fondo documental de San Pelayo) , en esta fecha acuden a Oviedo el rey Fernando I y su esposa doña Sancha, junto a sus hijos y corte, para trasladar los restos de San Pelayo a un lugar dentro de la iglesia más acorde con la importancia del santo. Con motivo de esta visita, el rey dona al Monasterio de San Pelayo el monasterio de San Juan de Aboño para el sustento de hermanos y hermanas que veneran al mártir.

Bibliografía