Diferencia entre revisiones de «Rosario Acuña»

De Enciclopedia de Oviedo, la enciclopedia libre.
Ir a la navegación Ir a la búsqueda
(ampliación)
M (Acuña, Rosario moved to Rosario Acuña)
(Sin diferencias)

Revisión de 15:42 16 jul 2007

Rosario Acuña

Rosario Acuña. Escritora, 1851-1923.

Escritora y periodista nacida en Pinto, Madrid, en 1851 y muerta en Gijón en 1923. Pertenecía a una familia aristocrática, de hecho ostentaba el título de condesa de Acuña que sin embargo no utilizó nunca. Su padre era Felipe de Acuña, descendiente del obispo de Acuña que arengó a las Comunidades castellanas a sublevarse contra Carlos I. A los cuatro años padeció una grave enfermedad que estuvo a punto de dejarla ciega y que le dejó muy mermadas sus facultades visuales. Aprendió las primeras letras en un colegio de monjas, mostrando una gran tenacidad para superar las dificultades derivadas de su afección ocular. En cuanto sus condiciones físicas se lo permitieron comenzó a viajar por el extranjero, lo que unido con su aplicación en el estudio le proporcionó un nivel de formación muy superior al de las mujeres de su época.

En 1876 estrena su primera obra teatral titulada Rienzi el Tribuno, un drama trágico distribuido en dos actos y epílogo que buscaba representar un alegato contra la tiranía en la línea de la corriente renovadora del teatro historicista romántico. La pieza se estrena en Madrid y en el teatro del Circo, contando Acuña con el apoyo de su familia. Este mismo año contrae matrimonio con Rafael de la Iglesia, un enlace no deseado que concluye cuando la escritora abandone a su marido. A su primera obra siguen Tribunales de Venganza y Amor a la Patria y La Siesta, donde se perfilan aún más sus posiciones políticas y sus consideraciones sociales.

Rosario de Acuña vive en un contexto sociopolítico marcado por los constantes cambios dinásticos y constitucionales, en el que se inscribirá como una figura clave del bisoño movimiento feminista español. En este sentido es la primer mujer en ocupar la cátedra del Ateneo de Madrid, ofreciendo una velada de poesía que alcanzó gran resonancia, y sus libros cosechan un gran éxito, siendo traducidos al francés, al inglés, al alemán e italiano. Comienza a trabajar como columnista en varios diarios y estrena un nuevo drama, El Padre Juan, inspirado en las disputas religiosas, con el que obtiene un nuevo éxito a pesar de que es suprimido de la cartelera por orden gubernamental al juzgárselo subversivo. Tras este episodio realiza varios viajes por Europa, y a su regreso se retira del mundo literario y se recluye en una finca que poseía en Pinto en la que organiza reuniones con librepensadores y masones. Se casa con Carlos de Lamo Jiménez, tío materno de Carlota y Enriqueta O`Neill. En 1886 ingresa en la logia masona Constante Alona bajo el sobrenombre de Hipatia. Poco después traslada su residencia a Cueto, en Cantabria, donde habilita una granja avícola experimental y retomo su actividad literaria. Por estas fechas estaba ya completamente ciega. En esta villa fallece su madre en 1905, dos años después Rosario Redacta su famoso testamento, un testo desgarrador que en opinión de Juan López Núñez mantiene ciertas similitudes de estilo con la literatura que años después hará Máximo Gorki.

En 1911 dos estudiantes norteamericanas matriculadas en la Facultad de Filosofía y Letras de Madrid son apedreadas por un grupo de rigoristas católicos que también estudiaban en la citada facultad. Rosario de Acuña publica inmediatamente un artículo en el L`Internationale de París titulado Los chicos de la Facultad de Letras, son hijos de dos faldas, las de su madre, y las del confesor, que es reproducido al poco el diario El Progreso de Barcelona. El texto desata un gran revuelo que obliga al Gobierno a cerrar varias Univesidades, y la Acción Católica presenta una querella criminal contra Rosario de Acuña. La escritora se exilia en Lisboa, donde permanece durante cuatro años hasta que finalmente Alfonso XIII, a petición del Conde de Romanones, le concede el indulto. Regresa a España y se instala en Gijón, animada por el Ateneo-Casino de la ciudad, junto con su marido Carlos Lamo Jiménez. Reside en la villa asturiana hasta su muerte, haciéndose edificar una casa, hoy convertida en museo, en el solitario promontorio del Cervigón, y participando muy activamente en la vida cultural y literaria gijonesa. Sus restos reposan en el cementerio civil de Gijón.