Pedro Rodríguez de Campomanes Pérez

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Pedro Rodríguez de Campomanes Pérez. Conde de Campomanes, político, 1723-1802.

Nació en Santa Eulalia de Sorribas (Oviedo) el 1 de julio de 1723. Tras concluir la licenciatura en Jurisprudencia en la Universidad de Oviedo, se trasladó a Madrid, donde se convirtió con prontitud en una celebridad. Gran conocedor del griego y el árabe, fue uno de los cuatro literatos que el marqués de la Ensenada pensaba dedicar a ser escritores públicos. Fue abogado durante once años. En 1748 ingresó en la Academia de la Historia, destacando por su cotejo en el Escorial de los códices de los concilios de España. En 1753 trazó un plan para las colecciones litológica y diplomática, siendo nombrado en 1762 fiscal del Consejo Real y Supremo de Castilla por Carlos III. Bajo su mandato se realizaron grandes mejoras gubernativas y de la Administración. En 174 fue nombrado director del citado Consejo y de la Academia de la Historia. Sus conocimientos literarios eran muy variados, como producto de una aplicación constante y de un amor al trabajo, que desarrollaron en él, en temprana edad, talentos superiores, por los que se justifica que alcanzase las más altas dignidades del reino, y un puesto principal entre los escritores españoles. Hablaba la mayor parte de las lenguas de Europa y fue sin disputa uno de los hombres más notables de su, época en España, así por su varia y profunda instrucción como por su constante alteza de miras.

Fue nombrado Ministro de Estado (1788) y obtuvo la gran cruz de la orden de Carlos III. El 30 de septiembre de 1789 abrió, en calidad de presidente, las Cortes del reino, proponiendo que se eliminara la Ley Sálica dictada por Felipe V en 1713, aunque las Cortes guardaron el secreto y no lo comunicaron a Carlos IV. Realizó reformas para frenar la reunión de grandes mayorazgos y para la multiplicación y seguridad de los pastos. Campomanes se distinguió especialmente por sus obras de Economía Política, en las que se hallan siempre altos pensamientos y aspiraciones útiles. En tanto que Adam Smith en Inglaterra, y Quesnay y Turgot en Francia aplicaban todas las fuerzas de su espíritu al descubrimiento de las verdaderas causas de la riqueza y del poder de las naciones modernas, Campomanes en España se consagraba con ardor al mismo género de estudios, y, libre de las preocupaciones entonces tan comunes y tan profundamente arraigadas, en España sobre todo, condenó los abusos; fomentó la instrucción del pueblo, y procuró que éste conociera la riqueza productiva que poseía; pero en realidad se adelantó a su época; sus obras no fueron comprendidas.

Pretendió librar a la industria de las trabas que sobre ella pesaban, desarrollar el comercio interior y exterior mediante amplias y liberales concesiones, suprimir los odiosos impuestos que pesaban sobre la agricultura: tales fueron las medidas que defendió Campomanes. Combatió enérgicamente los abusos de la Mesta; demostró que era igualmente perjudicial para el Estado y los particulares la antigua costumbre de llevar dos veces por año de un lado a otro las cabezas de lanar; atacó al clero, tan poderoso en España; se mostró contrario a las enajenaciones ilimitadas a favor de los establecimientos religiosos; puso de manifiesto los peligros y las pérdidas que resultaban para el Estado de esta acumulación sucesiva de inmuebles en manos muertas; quiso que se estableciera la libertad de comercio de granos; secundó las medidas del conde de Aranda contra los jesuitas, e ideó un proyecto para destruir la mendicidad, empleando útilmente a los vagos en las diferentes ramas de la industria. En suma: ninguna de las grandes cuestiones que aun preocupan hoy a los economistas escapó a las investigaciones de aquella inteligencia superior. Después de haber pasado por todas las fases de todas las grandezas y del poder, Campomanes cayó en desgracia cuando el conde de Floridablanca ganó la confianza del rey. Era individuo correspondiente de la Academia de Inscripciones de París, y miembro de la Sociedad Filosófica de Filadelfia. Seguidores de su escuela económica fueron Jovellanos y Cabarrús. Falleció en Madrid el 3 de febrero de 1803.

Obras

  • Disertaciones históricas del orden y caballería de los Templarios (1737)
  • Noticia geográfica del reino y caminos de Portugal
  • Itinerario de los caminos de España y de otras comarcas de Europa
  • Discurso sobre la cronología de los reyes godos
  • Disertación sobre el establecimiento de las leyes
  • Antigüedad Marítima de la República de Cartago (1756)
  • Memoria del principado de Asturias
  • Noticia sobre las gitanos
  • Respuesta fiscal sobre abolir la tasa y establecer el comercio de granos
  • Tratado de la regalía de amortización
  • Discurso sobre la educación popular de los artesanos y su fomento (1775)
  • Alegaciones fiscales sobre algunos puntos importantes de la administración pública
  • Discurso sobre las fuentes de la industria (1774)
  • Memoria sobre los abusos de la Mesta (1791)
  • Primitiva legislación de España
  • Historia general de la marina española