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En la Historia contemporánea de [[Oviedo]] destacan sobremanera la proclamación de la Junta Suprema de Asturias en defensa de la monarquía secuestrada por Napoleón en 1808. Tras la caída del Antiguo Régimen, se produjo un notable crecimiento industrial que convirtió a la entonces Provincia de Oviedo en una de las regiones más desarrolladas de España. La sociedad industrial trajo consigo los conflictos y reivindicaciones obreras, cuya expresión más notable tuvo lugar en [[Octubre de 1934]]. Tras la dictadura franquista, la [[Asturias|Provincia de Oviedo]] recuperó el nombre de [[Principado de Asturias]] dentro de la Constitución de 1978.
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En la Historia contemporánea de [[Oviedo]] destacan sobremanera la proclamación de la Junta Suprema de Asturias en defensa de la monarquía secuestrada por Napoleón en [[1808]]. Tras la caída del Antiguo Régimen, se produjo un notable crecimiento industrial que convirtió a la entonces Provincia de Oviedo en una de las regiones más desarrolladas de España. La sociedad industrial trajo consigo los conflictos y reivindicaciones obreras, cuya expresión más notable tuvo lugar en [[Octubre de 1934]]. Tras la dictadura franquista, la [[Asturias|Provincia de Oviedo]] recuperó el nombre de [[Principado de Asturias]] dentro de la Constitución de 1978.
  
 
==La guerra de la independencia en el Principado de Asturias==
 
==La guerra de la independencia en el Principado de Asturias==

Revisión de 15:19 2 ago 2010

Panorámica de Oviedo desde el Naranco en 1914

En la Historia contemporánea de Oviedo destacan sobremanera la proclamación de la Junta Suprema de Asturias en defensa de la monarquía secuestrada por Napoleón en 1808. Tras la caída del Antiguo Régimen, se produjo un notable crecimiento industrial que convirtió a la entonces Provincia de Oviedo en una de las regiones más desarrolladas de España. La sociedad industrial trajo consigo los conflictos y reivindicaciones obreras, cuya expresión más notable tuvo lugar en Octubre de 1934. Tras la dictadura franquista, la Provincia de Oviedo recuperó el nombre de Principado de Asturias dentro de la Constitución de 1978.

La guerra de la independencia en el Principado de Asturias

El estallido en mayo de 1808 de la insurrección contra Napoleón aumenta las tensiones sociales y políticas, junto a los primeros intentos de transformar las estructuras del Antiguo Régimen. La amplia participación popular en el levantamiento en Asturias se explica por los ecos del motín de Aranjuez y particularmente la hostilidad, atizada desde los púlpitos, a la ocupación francesa. El levantamiento se desencadenará al conocerse en Oviedo, el día 9, la noticia de los sucesos del 2 de mayo en Madrid. El día 9 de mayo una heterogénea masa popular concentrada en el Campo San Francisco, integrada por estudiantes de la Universidad, armeros, sacerdotes y artesanos, impide la publicación de un bando enviado por el general Murat, jefe de las fuerzas francesas en España. Las autoridades del Antiguo Régimen, representadas por la Audiencia, mantenía una postura contemporizadora y cómplice con los ocupantes; por su parte la Junta General del Principado de Asturias mantuvo una actitud ambigua y colaboracionista pocos días después, presentando excusas ante la Audiencia. El 25 de mayo un nuevo levantamiento, organizado por otros personajes de las elites liberales, toma el poder, declara la guerra a Francia, convirtiendo a Asturias en la primera provincia en tomar esta resolución, y constituye la Junta Suprema, que se arroga el poder en nombre de Fernando VII e invoca la voluntad popular como sostén de su legitimidad, acreditando embajadores que envía a Inglaterra para solicitar la ayuda del gobierno Británico y organizando un ejército.

Durante la Guerra de la Independencia Oviedo es ocupada más de media docena de veces, mientras que Asturias es invadida cuatro veces desde Santander y desde Castilla, entre mayo de 1809 y junio de 1812, lo que determinó el carácter itinerante de la Junta. El ejército francés, que contó en Asturias con el apoyo entusiasta, entre otros, del obispo Gregorio Hermida y del Marqués de San Esteban, quien incluso presidió una Junta colaboracionista no sufrió demasiadas bajas, Oviedo y Asturias no jugaron un papel relevante en el desarrollo de la guerra. Tras el final de la guerra y la restauración del absolutismo, fue Oviedo foco de las ideas liberales, como se pudo ver a finales de febrero de 1820 el capitán de Artillería Manuel de la Pezuela, con la colaboración de estudiantes y liberales, secundó en Oviedo el Pronunciamiento de Rafael del Riego con el que dio comienzo el Trienio Liberal, interregno en el que fue reinstaurada la Constitución de Cádiz.

De Principado de Asturias a Provincia de Oviedo

En 1833 el Principado de Asturias se convierte en Provincia de Oviedo a raíz de la división provincial diseñada por Javier de Burgos, siendo sustituida la Junta General del Principado por una Diputación similar a la del resto de las provincias. Ese mismo año fallece Fernando VII y la liberalización de la monarquía se acelera. Los años de la minoría de edad de Isabel II coinciden con el proceso de desguace del entramado jurídico y administrativo del Antiguo Régimen, con la implementación de reformas económicas y sociales que sentaban las bases del desarrollo capitalista con el establecimiento de la Constitución de 1837 y de un sistema político de signo liberal de sufragio censitario. La Guerra Carlista, iniciada en 1833, no tuvo especial incidencia en Oviedo. En 1836 el general carlista Gómez entra en Oviedo, el 5 julio, tras haberse retirado la milicia nacional a Soto del Barco. Posteriormente, los carlistas se aproximarían a Oviedo en octubre, encontrándola esta vez bien guarecida y siendo incapaces de tomarla tras sufrir abundantes bajas, hasta que el general carlista Sanz se ve obligado a retirarse al Gijón. Las Cortes concederían a Oviedo el título de Benemérita por este episodio.

Las políticas desamortizadoras de mediados de siglo supondrán una profunda transformación funcional de los edificios más significativos de la ciudad. Todos los conventos, excepto el Monasterio de San Pelayo, fueron incautados. Paralelamente se producen toda una serie de reformas administrativas que afectan al término municipal, dándole la conformación que tiene actualmente. El Ayuntamiento de Oviedo pierde por completo el control sobre Llanera, que se convierte en un ayuntamiento independiente, llegando a ser un concejo; por el contrario, los antiguos concejos de Tudela y Olloniego y parte de la Ribera de Abajo, perteneciente a Priorio, se incorporan a Oviedo. Ya en 1885 las parroquias de Trubia, Udrión y Pintoria pasan de pertenecer a Grado a ser parte del concejo de Oviedo.

Durante la segunda mitad del siglo XIX la ciudad y el concejo experimentan una serie de transformaciones derivadas de la primera industrialización asturiana, que avanzará irregularmente y con capitales foráneos debido al costo de la industria hullera y de la siderurgia, el sector abrumadoramente predominante de la misma, a partir de la cual Oviedo se convierte en un vial esencial en el transporte de mercancías por su situación entre las cuencas mineras y el litoral. A la Fábrica de Cañones de Trubia se le suman en 1854 la Fábrica de Armas de Oviedo, situada en el solar del antiguo Monasterio de la Vega, fundiciones como La Amistad y Bertrand abiertas en 1856 y 1860 respectivamente y la Fábrica de Gas fundada en 1858. También se añaden los centros fabriles de Colloto, Lugones y Cayés. Con el comienzo del siglo XX el crecimiento industrial de Oviedo se estancará y la ciudad se polarizará hacia el sector terciario, convirtiéndose en una capital administrativa y de servicios.

El desarrollo industrial

Las favorables condiciones de la minería entre el final del siglo XIX y principios del siglo XX propiciaron una aceleración del ritmo de creación de nuevas industrias que tuvo un decisivo punto de inflexión en 1898, al producirse la repatriación de capitales indianos. La burguesía autóctona adoptó además una postura más decididamente inversora, plasmada en el ámbito comercial, financiero e industrial, con el desarrollo de modernas sociedades anónimas vinculadas a consorcios nacionales para formar de holdings como el Crédito Industrial Gijonés, en detrimento de los tradicionales negocios familiares, y con la puesta en marcha de la banca moderna, en sustitución o muchas veces como evolución de los banqueros comerciantes tradicionales, que realizó importantes inversiones en la industria. Sin embargo, el sector minero asturiano entró en crisis al concluir la Primera Guerra Mundial, proliferando los pequeños chamizos, de tal forma que la reaparición del carbón inglés en 1920 sumió al sector hullero asturiano en una crisis. Así, la figura del obrero mixto, que compaginaba el trabajo en la mina o en la fábrica con la huerta y la ganadería, fue decayendo a raíz de esta crisis.

Es en Gijón donde el mayor desarrollo industrial propició la aparición de población obrera en el sentido más estricto, preferentemente de corte anarquista. Como mecanismo defensivo la Iglesia católica promovió los Círculos Obreros Católicos, en la línea del catolicismo social de León XIII. Entre ellos destacaron Maximiliano Arboleya y el Padre Pedro José Gafo. La Primera Guerra Mundial recrudece la conflictividad social y política, que da lugar a pactos entre anarquistas y PSOE, cuya principal acció fue el denominado Trienio Bolchevique, que en Asturias se inició con una huelga general en agosto de 1917. En este contexto aparecen los primeros y exiguos movimientos regionalistas asturianos: La Junta Regionalista (que en realidad ya había surgido en 1916), creada por tradicionalistas y conservadores vinculados a Vázquez de Mella, y la Liga Pro-Asturias impulsada por el conservador Nicanor de las Alas Pumariño.

La Dictadura de Primo de Rivera surgió en una situación crítica para el Régimen de la Restauración, saneando la administración e impulsando, merced a las donaciones de los indianos, importantes obras públicas y mejorando notablemente los sistemas de asistencia social y a la educación. También con capital indiano, junto con la aportación de los vecinos de las zonas rurales, se construyeron en Asturias a lo largo de los años veinte 1.475 escuelas. El descenso de los índices de analfabetismo, que pasaron del 47% de 1920 al 34% en 1930, amplió el nicho comercial de las publicaciones escritas y convirtió a los periódicos en un arma política de primer orden. Mientras que La Voz de Asturias, dirigida por José Tartiere, pasó de un apoyo circunstancial a la Dictadura a reclamar la democratización del Régimen, el más sólido apoyo de éste fue el diario Región, fundado en 1923 con importantes aportaciones económicas de miembros de la burguesía regional, que buscaba mitigar la influencia de los pocos rotativos de oposición y especialmente del consolidado diario reformista El Noroeste.

La II República y la Guerra Civil

Con la llegada de la II República, la provincia de Oviedo vivió una clara polarización política entre los partidos de clase y las posiciones accidentalistas propugnadas por José María Gil Robles, cuyo ideario era apoyado por parte importante de la prensa regional –El Carbayón, El Comercio, La Voz de Asturias, La Prensa y el ovetense Región- a excepción de El Noroeste, rotativo gijonés controlado por los reformistas, y Avance, diario socialista aparecido en 1931 que iba afianzando paulatinamente su influencia entre los obreros asturianos.

Tras la pérdida del poder de la coalición republicano-socialista en las elecciones de 1933, el socialismo asturiano vira hacia posturas revolucionarias que culminan en Octubre del 34, donde las diversas organizaciones sindicales formaron la UHP (Unión de Hermanos Proletarios), apartando por momentos sus diferencias. Tras el pacto de rendición entre Belarmino Tomás y Eduardo López Ochoa, se mantuvo una situación tensa bajo denuncias de represión de los partidos obreros, situación que no se atemperó hasta el triunfo del Frente Popular en febrero 1936 y el estallido de la guerra civil meses después.

La guerra civil española se caracterizó en Asturias por quedar aislados los insurrectos desde los inicios del alzamiento en dos únicos focos: Gijón, donde la guarnición del Cuartel de Simancas se rebeló siendo reducida tras un mes de resistencia, y Oviedo. El ambiguo comportamiento del general Antonio Aranda Mata, al frente de las guarniciones del capital, desconcertó a la mayoría republicana ovetense. Así, el 20 de julio declara finalmente el estado de guerra y ocupa posiciones estratégicas en la periferia de la ciudad. Oviedo quedó convertida en una isla rebelde, asediada sin descanso por los leales, que llegaron a alcanzar en varias ocasiones los barrios de la ciudad. A mediados de octubre la situación es crítica, pero el día 17 las columnas rebeldes llegan desde Galicia al mando del Coronel Teijeiro, atravesando Grado y el El Escamplero, creando un pasillo de abastecimiento, por el que abastecer a la ciudad. El asedio, sin embargo, siguió y se convirtió en ofensiva en febrero y marzo de 1937. Sin embargo, los numerosos bombardeos fueron infructuosos y Oviedo resistió hasta que en octubre de 1937, tras la caída de Bilbao el 19 de junio y Santander el 26 de agosto, las fuerzas frentepopulistas se desmoronaron ante el avance rebelde. El cerco a Oviedo terminó así tras quince meses, convirtiéndose en un símbolo de resistencia por la propaganda rebelde.

Reconstrucción de la posguerra y régimen franquista

Las destrucciones bélicas en la ciudad de Oviedo tardaron años en repararse, asimismo la reactivación de las actividades comerciales requirió la prolongación de pagos y moratorias y exenciones fiscales hasta 1941. Pese a todo, fue de las primeras ciudades en ser incluida en el programa de reconstrucción de regiones devastadas, lo que daría origen al Plan Gamazo de urbanización. Barrios enteros como el de San Lázaro fueron completamente devastados y afectados numerosos edificios. El sistema de comunicaciones salió también muy dañado, sobreañadiéndose al estado calamitoso de la red viaria la falta de carburantes que hubo de ser suplida con los gasógenos (cuya potencia de tracción es muy inferior a la de la gasolina). Esta circunstancia revalorizó el ferrocarril que también sufría por su parte la escasez y la obsolescencia de los materiales y que únicamente estaba electrificado el tramo de Lena a Busdongo.

La planificación autárquica, producto del aislamiento político español durante la postguerra, supuso el impulso de sectores económicos como la minería, que alcanzó su mayor importancia debido a ser la única fuente energética disponible en España. Asturias atrajo mano de obra mediante ventajas sociales como los economatos, exención del servicio militar, concesión de viviendas a bajo precio o primas a la sobreproducción. Ello produjo un gran incremento de la población regional, sobre todo en Gijón, Avilés y Oviedo. La migratoria a América era ahora mucho menor. El campo experimentó durante el franquismo importantes transformaciones productivas, consolidadas plenamente a partir de los 60 y en consonancia con el definitivo desarrollo industrial de España que impulsó el régimen. Los planes de desarrollo y estabilización de finales de los cincuenta traerán consigo la decadencia de la minería de la hulla con la electrificación ferroviaria y el funcionamiento industrial con otros carbones foráneos. El agrupamiento de empresas mineras en la estatal HUNOSA no sirvió para frenar la tendencia.

La principal oposición al franquismo fue el Partido Comunista de España. Tras la actividad guerrillera de los primeros años, se sirvió de las posibilidades legales del sindicalismo franquista. Así se produjeron las grandes movilizaciones de los años 60, en principio con reivindicaciones salariales y laborales recogidas, aunque no suficientemente cumplidas, en la propia legislación laboral del Régimen. La actividad comunista dio lugar a las huelgas, como la de 1957 en la mina La Camocha en Gijón y las de la década de 1960 (1962, 1963 y 1964). Pero la ilegalización de Comisiones Obreras por el Tribunal Supremo en 1967 y el decaimiento de la minería provocó un freno a su actividad, no recuperándose hasta los años previos a la caída del régimen franquista y la formación de la monarquía parlamentaria de 1978, en la que la provincia recuperó el nombre y el título del Principado de Asturias, manteniendo Oviedo su capitalidad.

Bibliografía