Fray José Pío Aza Martínez de Vega

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Fray José Pío Aza Martínez de Vega, 1865-1938.

Retrato de Fray José Pío Aza Martínez de Vega

Nació enPola de Lena el 12 de julio de 1865, siendo hijo del matrimonio Rodrigo Aza González de Lena y Bernarda Martínez de Vega González de Lena. Desde muy joven siente vocación religiosa e ingresa en el Seminario de Astorga donde solamente estuvo un año, hasta que se dio cuenta que lo suyo no era el sacerdocio diocesano y por eso en 1882 entra en la Orden de Predicadores en el convento que los dominicos tenían en la localidad de Padrón (Galicia), completando su formación dentro de la Orden de Santo Domingo, en Corias (Asturias) y en Las Caldas de Besaya (Cantabria), hasta que recibió en Santander la Sagrada Orden de Presbítero en las Témporas de San Mateo del año 1889, de manos del obispo Vicente Santiago Sánchez de Castro.

Hombre de clara inteligencia y entereza de voluntad, hizo con crédito su carrera de Filosofía y Teología y demás ciencias eclesiásticas, prefiriendo por encima de todo las obras de Santo Tomás. Una vez ordenado, durante algunos años fue destinado por sus superiores al profesorado, desempeñando esta ocupación en la Academia de Santo Tomás de Valladolid, de la que fue regente. En 1906, a petición propia, es destinado a las misiones dominicanas del Perú donde fue fundador de misiones, Vicario Provincial y defensor de los indios como lo demuestra el escrito que dirigió en 1922 al Ministerio de Justicia de Perú porque le costaba trabajo averiguar quiénes eran más salvajes, si los indios o los caucheros. Años más tarde el también dominico José Barrado, O.P. dijo que el misionero José Pío Aza, a quien le cautivó el voto de pobreza que le reportaría ir ligero de equipaje por el camino de la vida religiosa, estuviera en línea lascasiana. De igual modo, el prestigioso dominico norteamericano Brian J. Pierce en un artículo que publicó en el año 2006, comparará al P. Aza a los grandes misioneros de la misma Orden: Pedro de Córdoba, Antón de Montesinos, Bartolomé de las Casas y Ramón Zubieta.

Durante sus años de misionero publicó varios trabajos lingüísticos sobre los indios machiguengas y otras tribus como muy bien recoge el escritor Vargas Llosa en su libro El hablador donde dice que fue el primero en estudiar el idioma de aquellos indios y que leyendo sus trabajos encontró abundantes artículos «sumamente valiosos». También Ramiro de Maeztu en su libro España y Europa al referirse al P. Aza recuerda que «ha escrito la doctrina cristiana en machiguenga». Fruto de todos estos estudios realizados por este dominico y a pesar de los pocos datos que disponía escribió el Vocabulario Español-Machiguenga (1923), primer vocabulario unido al estudio sobre esa lengua. Al año siguiente publicó Estudio sobre la lengua machiguenga del que el propio Aza escribió:

«Dos son los motivos que me fuerzan a publicar el presente trabajo. El primero mi ardiente anhelo de contribuir en algo a la evangelización de los indios que tal idioma hablan. El menor o mayor éxito de la labor del misionero, se puede asegurar, que va vinculado al menor o mayor dominio que adquiera del idioma. El segundo motivo es dar a conocer la lengua machiguenga, lo cual no dejará de ser interesante para la ciencia, particularmente para la filología».

Estas dos primeras obras merecieron que la Municipalidad de Lima le premiase con la Medalla de Oro. Un nuevo trabajo, Apuntes para la Historia del Madre de Dios, lo publico en 1928, importante documento histórico y una de las primeras narraciones históricas del Departamento de Madre de Dios mejor documentadas y que incluye un interesante mapa del Vicariato Apostólico del Puerto de Maldonado, elaborado por el propio autor en 1926. En 1933 editó Doctrina cristiana Machiguenga y Español del que el obispo Sabas Sarasola hizo el siguiente comentario:

«El P. Aza, con admirable tenacidad, y sobre todo con la gracia de Dios, ha dado cima al empeño de los misioneros escribiendo este libro, no grande en volumen, pero muy valioso por su contenido y por la grande utilidad que de él ha de reportar a sus hermanos misioneros dominicos en el Perú».

Asimismo el P. Aza es autor del Vocabulario Español-Huarayo del que el Boletín de la Sociedad Gegráfica de Lima publicó estas palabras:

«El mismo celo apostólico que impulsa a recorrer las selvas ilimitadas, misionando en ellas, es el que ha determinado describir en el lenguaje de sus habitantes nuevas formas sintáxicas. El Rvdo. P. Aza, dominico infatigable y esforzado, lingüista prominente, ofrece el vocabulario razonado del Hurayo, diccionario en suma, de este idioma que es hablado en gran extensión de la América del Sur, comprendiendo regiones del Perú y de Bolivia».

Escribió, por último, el Vocabulario Español-Arasairi de quien de nuevo el obispo Sabas Sarasola dice:

«Los arasairis, a pesar de su exiguo número, adquieren especial actualidad en los momentos presentes en que la industria aurífera atrae a miles de hombres a la región por ellos habitada. Su lengua despierta singular interés por las relaciones de semejanza y quizás de identidad con la lengua que hablan los feroces Mashcos. La antorcha mágica para penetrar en las tribus salvajes es hablar su lengua, porque quien la posee, ya no es tenido por enemigo sino como amigo en quien deposita sin reparo sus confidencias».

Por estos trabajos fue muy elogiado y estimado de los mejores filólogos de la Sociedad Internacional de Estudios Americanos de París y por los españoles Ramón Menéndez Pidal y el jesuita Julio Cejador.

En 1908 fundó su primera misión a la orilla del río Manu (un afluente del Madre de Dios) y la puso bajo el patrocinio de San Luís Beltrán, misionero dominico en la Colombia colonial. Más tarde fundaría otra que en esta ocasión bautizó con el nombre de otro misionero dominico, el polaco San Jacinto. La misión la colocó lo más cerca posible de los huarayos, una tribu por el momento inaccesible. Después fundaría la misión de San José de Koribeni, en la confluencia de ese río con el Urubamba. Ello significaría lo que el dominico P. Barrado llamó a los misioneros como el P. Aza: «unos héroes, unos gigantes, unos santos».

Veintiocho años ininterrumpidos de brega apostólica habían quebrado la salud del P. Pío y bien merecía un descanso. La oportunidad se presentó en 1934, con motivo de celebrar los dominicos un Capítulo Provincial en Salamanca y asistir el P. Aza en calidad de delegado de las Misiones. Aprovechó este viaje para someterse en Oviedo a una operación quirúrgica de la que salió airoso. Su edad avanzada y su salud quebrada fueron razones suficientes para que sus familiares y amigos le insistieran a quedarse en España. Para contentar a unos y otros solía decir: «He pasado 28 años en la selva; pues bien, cuando pasen otros 28 años os prometo que regresaré definitivamente a España». El 26 de febrero de 1935 llegaba de nuevo a Perú para seguir evangelizando a aquellos indígenas a los que tanto amaba y ellos a él pues después de su muerte cuando alguno veía a un misionero siempre le llamaba «Padre Pío».

El 7 de octubre de 1938 falleció en la Granja de Misiones, en Quillabamba (Perú), un misionero al que el alto exponente de su personalidad y el índice largo de sus muchos trabajos como evangilizador no caben en el límite de esta historia, pero que sus tres biógrafos: Wenceslao Fernández, Rafael Alonso y Carlos Junquera, nos han dejado en las correspondientes biografías que escribieron sobre este dominico, buena prueba de ello; como así otros frailes de la Orden de Santo Domingo, que se han preocupado de resaltar la ingente labor del P. Aza a quien también Perú le ha reconocido su inmenso trabajo al darle su nombre al Instituto de Estudios Tropicales y a un colegio en la localidad peruana de Koribeni; algo que no dejó de sorprender al P. Barrado cuando en marzo de 1992, en Oviedo, en un ciclo de conferencias organizado por la Delegación Diocesana de Misiones, dijo:

«Este célebre asturiano que recibió tantos premios fuera de su patria; al que elogiaron los sabios, de quien habló Ramiro de Maeztu y a quien recuerda Vargas Llosa en una de sus novelas, no haya merecido todavía, de parte de su patria chica, ni una estatua, ni una calle con su nombre, ni una mera placa de recuerdo».

Obras

  • Vocabulario español-machiguenga, Lima, 1923
  • Estudio sobre la lengua machiguenga, Lima, 1924
  • Vocabulario español-huarayo, Lima, 1928
  • Apuntes para la historia de la Madre de Dios, Lima, 1928
  • Doctrina Cristiana en machiguenga y español, Lima, 1933

Publicados como artículos

  • «Un documento revelador». Misiones Dominicanas I, 1919.
  • «La lengua de los salvajes machiguengas». Misiones Dominicanas III, 1921.
  • «Apuntes para la historia del Madre de Dios». Misiones Dominicanas IV, 1922.
  • «Origen de las tribus salvajes del Amazonas». Misiones Dominicanas V, 1923.
  • «La tribu machiguenga». Misiones Dominicanas V, 1923.
  • «Crítica de la obra del Dr. Farabee». Misiones Dominicanas VI, 1924.
  • «La lengua machiguenga. Su excelencia». Misiones Dominicanas VI. 1924.
  • «Alturas sobre el nivel del mar en el Madre de Dios y Urubamba». Misiones Dominicanas, 1924.
  • «De rephilológica. La aglutinación en las lenguas salvajes». Misiones Dominicanas VI, 1924.
  • «Hidrografía del Departamento del Madre de Dios». Misiones Dominicanas, IX, 1927.
  • «Folklore de los salvajes machiguengas». Misiones Dominicanas IX, 1927.
  • «La tribu huaraya». Misiones Dominicanas XII, 1930.
  • «Lengua de civilizados y salvajes». Misiones Dominicanas XII, 1930.
  • «El género gramatical en las lenguas salvajes». Misiones Dominicanas XII, 1930.
  • «El verbo en las lenguas cultas y en las lenguas de los salvajes». Misiones Dominicanas XII, 1931.
  • «La tribu huaraya: su lengua». Misiones Dominicanas XIV, 1932.
  • «La tribu arasairi y su idioma». Misiones Dominicanas XV, 1933.
  • «Para la historia del Madre de Dios». Misiones Dominicanas XVI, 1934.
  • «Vocabulario arasairi o masco». Misiones Dominicanas XVII, 1935.
  • «En aguas del Piedras y del Purús: Siete meses de navegación. (Diario de un misionero)». Misiones Dominicanas 1936 y 1937.

Bibliografía

  • Enciclopedia Espasa, Tomo 6, 1909.
  • Gran Enciclopedia Asturiana, Tomo 2, Silverio Cañada, Gijón, 1981.
  • Alonso Ordieres, Rafael, Fr. José Pío Aza Martínez, O.P.. Lima (Perú), 2000.
  • Arana, Teófilo, In Memoriam. El P. José Pío Aza (1938)
  • Barrado Barquilla, José, Dominicos Asturianos en América. Oviedo, 1993.
  • Fernández Moro, Wenceslao, Adalid del Evangelio. Madrid, 1953.
  • García de Tuñón, José María, Epistolario de José Pío Aza. Oviedo, 2004.
  • Junquera Rubio, Carlos, Fray José Pío Aza, Misionero, Geógrafo.... Pamplona, 2005.
  • Lorenzo González, Guillermo, Fray José Pío Aza, O.P., Pamplona, 2005.
  • Pérez Casado, Ángel, En las Fronteras de la Fé. Salamanca, 1995.
  • Soria Heredia, José Manuel, Padre Pío Aza: Apostol de las selvas de Perú. Burgos, 1985.
  • «Aza (Fr. José Pío)», en Suárez, Constantino, Escritores y artistas asturianos, Madrid, 1936.