Diferencia entre revisiones de «Cruz de la Victoria»

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«Permanezca esto recibido benignamente para honra de Dios, lo cual ofrecen el siervo de Dios príncipe Alfonso y la reina Jimena.=Cualquiera que se atreviere a tomar estos nuestros dones perezca con rayo del cielo=Esta obra, siendo acabada, fue ofrecida a la iglesia catedral de San Salvador de Oviedo=Con esta señal se defiende al piadoso=con esta señal se vence al enemigo=y fue labrada esta Cruz en el Castillo de Gozón el año cuarenta y dos de nuestro reino andando la era de novecientos cuarenta y seis».
 
«Permanezca esto recibido benignamente para honra de Dios, lo cual ofrecen el siervo de Dios príncipe Alfonso y la reina Jimena.=Cualquiera que se atreviere a tomar estos nuestros dones perezca con rayo del cielo=Esta obra, siendo acabada, fue ofrecida a la iglesia catedral de San Salvador de Oviedo=Con esta señal se defiende al piadoso=con esta señal se vence al enemigo=y fue labrada esta Cruz en el Castillo de Gozón el año cuarenta y dos de nuestro reino andando la era de novecientos cuarenta y seis».
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== Deterioros y reconstrucción==
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Si ya el Libro Becerro de la Catedral de Oviedo de 1385 señalaba que en la Cruz de la Victoria había tantas piedras preciosas como las que había perdido, durante los sucesos bélicos de 1934 y 1936 la reliquia, al igual que el resto de la Cámara Santa, sufrió graves desperfectos que hicieron necesaria su reconstrucción. Si bien la Caja de las Ágatas estaba intacta y la Cruz de los Ángeles no sufrió graves daños, la Cruz de la Victoria
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Manuel G. Moreno dirige los trabajos de recuperación con la ayuda del escultor ovetense Víctor Hevia y después de búsqueda meticulosa se localiza el día 30 la Cruz de la Victoria encajada en su propia vitrina, sin apenas daño, y sobre el suelo de la cripta de Santa Leocadia.
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La alegría fue desbordante pues los daños estimados en principio como irreparables habían sido milagrosamente leves y, además, las labores de desescombro y restauración de la Cámara Santa y sus tesoros se hallaba en las manos expertísimas de un arqueólogo de prestigio reconocido en el mundo: Manuel Gómez Moreno.
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El arquitecto conservador de monumentos en aquellas fechas. Alejandro Fen-ant, supervisa los trabajos, iniciándose la paciente clasificación de los materiales mutilados.
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Ferrant redacta el proyecto de reconstrucción de la Cámara Santa y al estallar la guerra civil, la ciudad, y con ella la catedral. vuelven a vivir días angustiosos.
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Luis Menéndez Pidal relata muy expresivamente lo ocurrido: «...se pudo admirar el milagro de haberse conser\ado intactas las veneradas ruinas de la Cámara Santa, sin más daños que los ya conocidos antes del glorioso sitio, quedando allí montado el endeble armado de madera colocado después de la voladura de 1934».
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Quienes hemos vivido y conocido lo ocurrido, los terribles daños sufridos por la ciudad en 1936-1937, asistimos con asombro al insospechado espectáculo de que las ruinas de la Cámara Santa continuaran en su sitio...
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El 29 de setiembre de 1938 se reanudaron las obras de reconstrucción; el 17 de setiembre de 1939, el Generalísimo Franco, cierra la bóveda del camarín del ábside colocando la última baldosa y los días 5, 6 y 7 de setiembre de 1942, con asistencia del Jefe del Estado, se consagra la Cámara Santa.
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La Cruz de la Victoria, con las demás joyas, figuraba en el lugar de honor del gran desfile procesional. Se habían, sino restañado, sí disimulado sus heridas. Para ello, incluso, corrió la voz de que se había producido un milagro...
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Revisión de 20:40 11 may 2007

Cruz de la Victoria

La Cruz de la Victoria es una reliquia donada en el año 908 a la Iglesia de San Salvador de Oviedo, aunque previamente permaneció en la Iglesia de la Santa Cruz de Cangas de Onís, edificada bajo su advocación. Fue forjada en el Castillo de Gozón poco antes de que Oviedo dejase de ser la capital del reino para ceder su lugar a León. Sus dimensiones son de 92 centímetros de alto y 72 de ancho. El alma de la cruz está formada por dos maderos de roble que se unen en el centro a un disco redondo, donde se ha excavado un hueco cuadrado para contener reliquias. La Cruz está recubierta con láminas de oro y guarnecida por piedras preciosas. Se dice que en este hueco se encuentran restos de la cruz de roble utilizada por Pelayo en la Batalla de Covadonga y guardada por su hijo Favila en una iglesia de Cangas de Onís, primera capital del reino, dedicada a la Vera Cruz. Constituye así el primer vestigio del culto a la vera cruz en el Reino de Oviedo, fechado por la inscripción levantada por Favila y su mujer Froiluba en el año 737. En la Crónica de Alfonso III, versión Rotense, se dice de Favila que «construyó la Basílica en honor de la Santa Cruz».

El medallón central lo ocupaba un cristal de roca transparente que en opinión del gran arqueólogo alemán Helmut Schlunk facilitaba la admiración de una reliquia de la Vera Cruz.

Se distingue de la Cruz de los Ángeles en la terminación de sus cuatro brazos, que irradiando del medallón central se van ensanchando al llegar a sus extremos para resolverse de forma trifurcada en dos semicírculos rematados por otros tantos círculos. Estas formas se encuentran primeramente en las cruces bizantinas aunque fueron pronto copiadas en Occidente. Esta forma de los brazos, junto a la mayor largura del brazo inferior y su mayor tamaño general distingue ambas cruces. Esta diferencia se da también en la decoración, pues el disco circular del centro está decorado, en su cara anterior, con esmaltes, piedras preciosas y plaquitas de almandines que forman motivos vegetales, mientras que la decoración esmaltada invade los brazos de la cruz y ocupa en cada uno de ellos un campo aproximadamente cuadrado. Las paredes de la caja la forman una cinta de oro soldada de canto y que está decorada en su borde superior con una delicada decoración de perlas de oro. Dentro de la caja hay en el borde hilos de oro en espiral, desconocidas en la orfebrería carolingia y la española. Sus bandas tienen ocho piedras en el brazo inferior, seis en el superior y cinco en cada uno de los laterales, para un total de 24.

El engaste de las piedras es también diferente en ambas reliquias, asemejándose sin embargo más en las terminaciones de los brazos del reverso, donde hay un cristal de roca en la mitad de cada brazo y otros tres en los ensanchamientos circulares. Estos engastes permiten relacionarla con la llamada Cruz de las Ardenas, obra franco-oriental del segundo cuarto del siglo IX, aunque carente de las terminaciones semicirculares que caracterizan a la Cruz de la Victoria.

Cruz de las Ardenas

No obstante, ambas cruces coinciden en muchos aspectos. Ambas están armadas y forradas de igual modo y en el cruce de los brazos tienen una hendidura de forma cuadrada, que pudo haber sido en algún tiempo relicario. El motivo decorativo de los clavos en el exterior para fijar la chapa de oro a la madera, es exactamente el mismo en ambas reliquias. Es decir, sirven de clavos de sujeción de las chapas de oro, y al mismo tiempo la exornan graciosa y originalmente. También las dos son de inspiración bizantina, aunque la Cruz de la Victoria es totalmente distinta de las demás cruces del Reino. Su pedrería es de inspiración carolingia y la leyenda que atribuye su alma de madera a la usada por Pelayo es muy posterior, recogida por los historiadores Ambrosio de Morales y Enrique Flórez.

En el reverso de la Cruz aparecen inscripciones dedicatorias en la línea de la Cruz de los Ángeles, incluyendo el lema Hoc signo tuetur pius=Hoc signo vincitur inimicus. Leídas del brazo superior al izquierdo y del derecho al inferior dicen:

Susceptum placide maneat hoc in honore domini quod offerunt famuli xpi adefonsus princes et scemena regina=Quisquis auferre hoc donaria nostra presumserit fulmine divino intereat ipse=hoc opus perfectum et concessum est santo salvatori ovetense sedis=hoc signo tuetur pius=hoc signo vincitur inimicus=et operatum est in castello gauzon anno regni nostri xlii discurrente era DCCCXLVI.

«Permanezca esto recibido benignamente para honra de Dios, lo cual ofrecen el siervo de Dios príncipe Alfonso y la reina Jimena.=Cualquiera que se atreviere a tomar estos nuestros dones perezca con rayo del cielo=Esta obra, siendo acabada, fue ofrecida a la iglesia catedral de San Salvador de Oviedo=Con esta señal se defiende al piadoso=con esta señal se vence al enemigo=y fue labrada esta Cruz en el Castillo de Gozón el año cuarenta y dos de nuestro reino andando la era de novecientos cuarenta y seis».

Deterioros y reconstrucción

Si ya el Libro Becerro de la Catedral de Oviedo de 1385 señalaba que en la Cruz de la Victoria había tantas piedras preciosas como las que había perdido, durante los sucesos bélicos de 1934 y 1936 la reliquia, al igual que el resto de la Cámara Santa, sufrió graves desperfectos que hicieron necesaria su reconstrucción. Si bien la Caja de las Ágatas estaba intacta y la Cruz de los Ángeles no sufrió graves daños, la Cruz de la Victoria

Manuel G. Moreno dirige los trabajos de recuperación con la ayuda del escultor ovetense Víctor Hevia y después de búsqueda meticulosa se localiza el día 30 la Cruz de la Victoria encajada en su propia vitrina, sin apenas daño, y sobre el suelo de la cripta de Santa Leocadia.

La alegría fue desbordante pues los daños estimados en principio como irreparables habían sido milagrosamente leves y, además, las labores de desescombro y restauración de la Cámara Santa y sus tesoros se hallaba en las manos expertísimas de un arqueólogo de prestigio reconocido en el mundo: Manuel Gómez Moreno. El arquitecto conservador de monumentos en aquellas fechas. Alejandro Fen-ant, supervisa los trabajos, iniciándose la paciente clasificación de los materiales mutilados. Ferrant redacta el proyecto de reconstrucción de la Cámara Santa y al estallar la guerra civil, la ciudad, y con ella la catedral. vuelven a vivir días angustiosos. Luis Menéndez Pidal relata muy expresivamente lo ocurrido: «...se pudo admirar el milagro de haberse conser\ado intactas las veneradas ruinas de la Cámara Santa, sin más daños que los ya conocidos antes del glorioso sitio, quedando allí montado el endeble armado de madera colocado después de la voladura de 1934». Quienes hemos vivido y conocido lo ocurrido, los terribles daños sufridos por la ciudad en 1936-1937, asistimos con asombro al insospechado espectáculo de que las ruinas de la Cámara Santa continuaran en su sitio... El 29 de setiembre de 1938 se reanudaron las obras de reconstrucción; el 17 de setiembre de 1939, el Generalísimo Franco, cierra la bóveda del camarín del ábside colocando la última baldosa y los días 5, 6 y 7 de setiembre de 1942, con asistencia del Jefe del Estado, se consagra la Cámara Santa. La Cruz de la Victoria, con las demás joyas, figuraba en el lugar de honor del gran desfile procesional. Se habían, sino restañado, sí disimulado sus heridas. Para ello, incluso, corrió la voz de que se había producido un milagro...