Chronica Adefonsi Imperatoris
La Crónica de Alfonso VII el Emperador narra la reorganización interior realizada por este monarca y las luchas que mantuvo con los árabes. Es una obra anónima aunque existe la idea generalizada de que el autor fue coetáneo a Alfonso VII y testigo presencial de algunos de los hechos relatados. Otros rasgos patentes en la crónica, como el carácter providencialista, un gran conocimiento de la Sagrada Escritura o el gusto por lo leonés, hacen pensar a muchos autores que fue escrita por el obispo de Astorga, Don Arnaldo.
Algunos investigadores no consideran fiable esta fuente puesto que observan, para agradar al Emperador, una intencionalidad que podría alterar los hechos narrados. Sin embargo, y a pesar de algunos errores de fechas, dichos hechos sí parecen ciertos puesto que están contrastados con otras fuentes coetáneas.
La crónica se estructura en tres partes: el Libro I, el Libro II y el Poema de Almería, que siguen un orden cronológico aunque no entre ellas.
El Libro I comienza con la muerte de la reina Urraca y la subida al trono de Alfonso VII. También se recoge su matrimonio con doña Berenguela. En esta parte de la crónica se relata la reorganización del reino llevada a cabo por el monarca, las rebeliones de algunos nobles (como el conde Gonzalo Peláez) y las luchas contra los reyes de Aragón, Navarra y Portugal. En el año 1135, Alfonso VII es proclamado emperador en el Concilio de Toledo. Finaliza esta primera parte con la paz conseguida por el emperador tanto con Navarra como con Portugal.
El Libro II narra las luchas con los árabes y como Alfonso VII, ocupado en la reorganización interior, descuidó las fronteras. Pero, una vez conseguida la paz en su reino, el Emperador pasó a ocuparse él mismo de estas campañas.
El Poema de Almería relata los preparativos para la conquista de la ciudad de Almería por Alfonso VII que dirige a numerosos "caudillos hispanos y francos" que la crónica va describiendo. Este Poema no se llegó a terminar aunque no sabemos si porque se perdió esta parte o porque la muerte sorprendió al autor.