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Llegando al norte, Pelayo quedó junto a otros cristianos bajo el mando del prefecto árabe de Gijón, [[Munuza]], quien intentó alejarle fallidamente para conquistar a su hermana. Pelayo fue nombrado caudillo y rey en el 718, en Cangas de Onís. La rebelión astur recibe atención del califato cordobés, enviando a Alkama para combatir a los rebeldes. Pelayo preparó la defensa en el monte Auseva, donde se veneraba a la Santísima Virgen en una cueva. Para la batalla, tomó como símbolo una cruz de roble, La Cruz de la Victoria, sustituta del pendón rojo de los godos, que fue recogida posteriormente por su hijo Favila, y guardada en la Iglesia de la Santa Cruz, en Cangas de Onís. [[Alfonso III el Magno]] la mandó llevar al Castillo de Gauzón donde la hizo cubrir de oro y piedras preciosas. | Llegando al norte, Pelayo quedó junto a otros cristianos bajo el mando del prefecto árabe de Gijón, [[Munuza]], quien intentó alejarle fallidamente para conquistar a su hermana. Pelayo fue nombrado caudillo y rey en el 718, en Cangas de Onís. La rebelión astur recibe atención del califato cordobés, enviando a Alkama para combatir a los rebeldes. Pelayo preparó la defensa en el monte Auseva, donde se veneraba a la Santísima Virgen en una cueva. Para la batalla, tomó como símbolo una cruz de roble, La Cruz de la Victoria, sustituta del pendón rojo de los godos, que fue recogida posteriormente por su hijo Favila, y guardada en la Iglesia de la Santa Cruz, en Cangas de Onís. [[Alfonso III el Magno]] la mandó llevar al Castillo de Gauzón donde la hizo cubrir de oro y piedras preciosas. |
Revisión de 15:56 14 feb 2007
Pelayo, primer Rey de Oviedo (718-737), según señala la Crónica Albeldense al situar, tras Rodrigo, el epígrafe Ordo gotorum obetensium regum (relación de los Reyes Godos Ovetenses), que inicia Pelayo. Era hijo del duque Favila y nieto del rey Recesvinto. Figura histórica polémica (Somoza, hipercrítico, lo hace inexistente, como la Crónica Mozárabe de 754 o Continuatio Hispana; Menéndez Pelayo dice que era romano, otros le hacen vasco, &c), Claudio Sánchez Albornoz puso la cuestión en su lugar, a partir fundamentalmente de las Crónicas de Alfonso III y la Albeldense. Partidario de Rodrigo tras su vuelta a España, de donde huyó hacia Jerusalén por temor a represalias de Vitiza, buscó refugio tras la invasión musulmana. Se distinguió en Guadalete y llevó a Toledo las santas reliquias de Jerusalén, las obras de San Isidoro, San Ildefonso y Juliano, quedando recogidas en Monsacro, Morcín, permaneciendo allí hasta el reinado de Alfonso II, que las llevó a la Cámara Santa.
Llegando al norte, Pelayo quedó junto a otros cristianos bajo el mando del prefecto árabe de Gijón, Munuza, quien intentó alejarle fallidamente para conquistar a su hermana. Pelayo fue nombrado caudillo y rey en el 718, en Cangas de Onís. La rebelión astur recibe atención del califato cordobés, enviando a Alkama para combatir a los rebeldes. Pelayo preparó la defensa en el monte Auseva, donde se veneraba a la Santísima Virgen en una cueva. Para la batalla, tomó como símbolo una cruz de roble, La Cruz de la Victoria, sustituta del pendón rojo de los godos, que fue recogida posteriormente por su hijo Favila, y guardada en la Iglesia de la Santa Cruz, en Cangas de Onís. Alfonso III el Magno la mandó llevar al Castillo de Gauzón donde la hizo cubrir de oro y piedras preciosas.
Muerto Alkama en el combate, el resto de moros salieron huyendo hacia Liébana, junto a la ribera del Deva en Casegadia, donde el monte se desgajó, aplastando al ejército moros. Munuza salió huyendo y fue muerto en Olalla, cerca de Santa Eulalia de Manzanedo. Tras su victoria, nobles gallegos y vizcaínos, entre ellos el futuro Alfonso I, hijo de don Pedro, duque de Cantabria, se unieron a la lucha. Aprovechando las divisiones entre los caudillos moros, Pelayo llega a León con ocho mil infantes y la asedió para ocuparla, derrotando después a Abderramán I, a quien esperó en un bosque para sorprenderle cuando quiso asediar la ciudad. Volviendo Abderramán rehecho de las bajas, Pelayo dejó a Ormiso la defensa de León para buscar auxilio en el norte; Abderramán la asedió, pero el cerco duró poco al volver el caudillo moro para auxiliar a su hijo gravemente enfermo.
Vencido por la enfermedad, falleció Pelayo en Cangas de Onís, que había establecido como capital del Reino, siendo sepultado en la Iglesia de Santa Eulalia de Abamia, siendo enterrada después allí su esposa Gaudiosa. Alfonso X trasladaría sus restos a la Santa Cueva de Covadonga, junto al Altar de la Santísima Virgen. A fines del siglo XVIII, se grabó el siguiente epitafio: «Aquí yace el santo rey D. Pelayo, electo el año de 716, que en esta milagrosa Cueva comenzó la restauración de España. Vencidos los moros, falleció el año 737 y le acompaña su mujer y hermana».
Sucesor: Favila