La Gruta de Arbedales

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La Gruta de Arbedales en Pillarno (Castrillón, Asturias)

Fue el azar el que hizo que en la década de los sesenta del pasado siglo, el Sr. Manuel del Busto diese con las Grutas. Gota a gota, siglo a siglo, y desde hace millones de años, esta Gruta viene funcionando de la misma forma, como un laboratorio oscuro, silencioso, eficaz y permanente. Debido a factores físico-químicos empiezan a depositarse pequeños cristales de carbonato cálcico en el suelo de la Gruta y en las grietas del techo, milímetro a milímetro, año tras año y creciendo lentamente a razón de 1 centímetro cúbico cada siglo, dando lugar a las formas que conocemos como estalactitas y estalagmitas.

Desde hace millones de años, el agua de lluvia ha ido puliendo la roca caliza hasta lograr formas tan inverosímiles como las formaciones conocidas con el nombre de La Costa Verde, La Cascada de Algas, La Pagoda del Diablo, Los Reyes Magos...

Para la entrada a la Gruta de Arbedales fue necesario abrir un acceso artificial en la base de la montaña, donde la galería principal nos conduce a una gran sala que, en su tiempo, fue un lago subterráneo, quedando marcados en la pared y en el suelo los distintos niveles del agua, dando lugar a la formación de Gours conocida como La Costa Verde, que, gracias a su lograda iluminación, hace que resalten todos sus niveles. Es como una gran maqueta mostrándonos una sucesión de olas en una bahía chocando con la arena.

La Cascada de Algas, cuyas estructuras cuelgan como extraños tapices pétreos. Se originan por el agua que gotea a lo largo de una diaclasa o grieta transversal en el techo, en vez de hacerlo sólo desde un punto (estalactita).

La Pagoda del Diablo, de cierto aire mefistofélico, el verde y el rojo con la gran mole informe formando una masa demoníaca de un aspecto oriental. Hasta parece que brota fuego de las entrañas de la tierra.